El 2018 va a ser duro. Por primera vez en mucho tiempo, me sentí completamente rendido después de un partido de los Dallas Cowboys. El sentimiento que tuve después de ver a los Cowboys caer en casa contra un equipo tan mediocre como el de los Tennessee Titans 28-14 se compara al que sentí cuando en el 2015, Tony Romo se lesionó por segunda ocasión en el año en el partido de Thanksgiving.
Como lo dijo mi compañero Kevin Brady, la era de Jason Garrett tocó fondo esta semana. Aún con todos los defectos que tiene este equipo (desde Dak Prescott hasta la línea ofensiva y la falta de un tight end), el talento en el roster no es lo suficientemente malo para tener los resultados que está obteniendo hasta el momento.
Justo una temporada después de sobrevivir un 9-7 de los Cowboys, estamos viviendo una temporada en el que Dallas necesitaría irse 6-2 el resto del año para terminar con la misma marca que en el 2017. Claramente, eso no va a suceder.
Los Dallas Cowboys, aún Amari Cooper en la alineación, probablemente no mejorarán lo suficiente para darle la vuelta a su temporada. Muchas personas deben de estar en evaluación para el 2019, entre ellos los coaches, y el más interesante de todos puede que sea Dak Prescott.
Siendo el QB del equipo, Prescott se ha llevado una gran cantidad de críticas por su mal desempeño en el campo después de ocho partidos. Realmente merece la mayoría de las críticas, a pesar de que no lo catalogaría como el mayor problema en el equipo. Sin embargo, está claro que es uno importante.
Si bien Prescott sigue sin lanzar tantas intercepciones como otros en la NFL, la verdad ha demostrado no ser un QB lo suficientemente eficiente para cargarle la mano a la hora de buscar victorias. El mariscal sigue sin ser completamente preciso, no toma riesgos que debería tomar y probablemente su mayor problema: tarda demasiado en deshacerse del balón.
En muchas ocasiones, Prescott simple y sencillamente no se ha animado a lanzar el balón cuando uno de sus WR está por desmarcarse o cuando tiene la presión encima. A la hora de estar en el bolsillo, Dak ha tenido problemas de sentir lo que sucede alrededor de él, cosa que incluso ha llevado a balones perdidos.
¿Puede mejorar bajo otro coach? Si, probablemente. Ahora bien, puede también que no lo haga. Pero hay una simple y sencilla razón por la cual vale la pena darle el 2019 con otro coach como una última oportunidad para que se pruebe.
Aparte de que ya lo hemos visto tener éxito en el 2016 y sabemos que tiene más potencial de lo que ha mostrado en el campo hasta ahora. Pero me refiero a otra razón. Me refiero a la pregunta: ¿Si no es Dak, quién será el QB de Cowboys en el 2019?
Usualmente, la respuesta sería un novato seleccionado en la primera ronda del NFL Draft. Pero sorpresa, sorpresa… los Cowboys se deshicieron de ese pick por Amari Cooper. Viéndolo fríamente, Dak Prescott probablemente se quedará con el trabajo simple y sencillamente por la falta de alguien mejor.
De esta manera, el equipo corre el riesgo por un año más de jugar con Dak a cambio de la posibilidad de que el Novato del Año 2016 vuelva a su antigua forma. Si no es la respuesta, y el equipo comienza a bajar de nivel rápidamente, en el 2020 tendrían la oportunidad de ir por algún prospecto más valioso en la primera ronda para remplazar a su QB.
Claro, existe otra alternativa. Una alternativa que realmente haría que incluso los aficionados más empedernidos cuestionen el tiempo que le invierten a esta franquicia. La alternativa en la que, los Jones deciden dirigirse al 2019 con el mismo pasador y el mismo staff de coaches. La alternativa en la que la esperanza de muchos de ver a los Cowboys buscar ese sexto trofeo se acabaría tan pronto como empezará el próximo calendario de la NFL.