Los Dallas Cowboys están cambiando cosas en el equipo. La semana pasada tomaron una decisión bastante agresiva al ir por Amari Cooper a cambio de una selección de primera ronda y hace unos días despidieron al coach de la línea ofensiva, Paul Alexander. Aunque estos no sean los cambios que los aficionados quieren ver (puesto que muchos quieren ver a Jason Garrett y a Scott Linehan fuera), la verdad es que estos cambios se mostrarán tan pronto tomen el campo contra los Tennessee Titans este lunes por la noche.
El 2018 de los Cowboys ha estado muy lejos de las expectativas, actualmente con un récord de 3-4 en la primera mitad de la temporada. A diferencia de lo que muchos esperaban en el offseason, el problema en Dallas ha sido del lado ofensivo, donde no han logrado ni mandar las jugadas adecuadas, ni ejecutarlas.
Dak Prescott contaba con una línea ofensiva de calidad en su temporada de novato y ahora es el tercer quarterback que más veces ha sido presionado. Ezekiel Elliott corrió para sólo 33 yardas la última vez que pisó el campo. Prescott ha tomado malas decisiones. Los receptores han sido ineficientes… En pocas palabras, todo lo que ha podido salir mal en la ofensiva, ha salido mal.
A lo largo de esta temporada, la falta de un receptor verdadero en Dallas ha sido motivo de muchas de las faltas del equipo. Allen Hurns no ha logrado respaldar sus palabras en el emparrillado y a estas alturas, sólo le está quitando oportunidades a Michael Gallup.
En este momento, varios personajes en el equipo tienen que pelear seriamente por sus trabajos.
Comencemos por Dak Prescott. Después de una increíble campaña en 2016, Dak ha recibido una enorme cantidad de críticas este año y durante el 2017. En cuanto a este año en específico, es imposible negar que los receptores no han funcionado correctamente y que la línea ofensiva simplemente no está dando resultados ni en el juego terrestre ni en el aéreo.
De hecho, han matado excelentes jugadas ofensivas por castigos frecuentemente. Pero los dos cambios que realizaron los Cowboys (el trade por Cooper y el despido del Coach Alexander) realmente eliminarán varios de los factores que podrían excusar a Dak en su tercer año en la NFL.
A pesar de que no hay un buen tight end en el equipo, Prescott ya tiene a dos excelentes receptores que pueden crear separación. Cole Beasley y Cooper.
Por ahora, realmente se acabaron los posibles pretextos para Dak. Si la línea ofensiva mejora drásticamente bajo el nuevo mandato de Marc Colombo y el equipo puede establecer un juego terrestre y los receptores comienzan a ser productivos, Prescott debería brillar lo suficiente para justificar ser el futuro de la franquicia.
Si no logra tener el éxito necesario, realmente será tiempo de considerar dejar al joven pasador partir y comenzar la búsqueda por un nuevo mariscal.
Ahora, no olvidemos al coordinador ofensivo Scott Linehan y al coach Jason Garrett.
Lo sé, ha pasado mucho tiempo desde que estos dos deberían estar en peligro. Sin embargo, de no triunfar este año, debería ser su última oportunidad. Absolutamente nada va a cambiar de aquí al 2019 para justificar quedarse con Garrett un año más.
Tienen las armas para poner a su joven QB (quien lejos de ser perfecto, debería ser mejor con apoyo a su alrededor) en una posición para recuperarse. Es tiempo de que lo hagan. Con un grupo de receptores bastante mejorado y con un intento para recuperar la línea ofensiva que por años han presumido, se acabaron los pretextos para los Dallas Cowboys.
Es tiempo de que los trabajos de ciertos personajes dependan de los resultados en el emparrillado.