El mejor juego de los Dallas Cowboys en 2018 vino la semana pasada, cuando recibieron a los Jacksonville Jaguars y los vencieron 40-7. Un resultado que tomó a todos por sorpresa demostró la mejor cara en el año de este equipo que apenas tiene un récord de 3-3.
Por más dominantes que se vieron en el emparrillado el domingo pasado, esa actuación no termina de reflejar lo que realmente son los Cowboys. Son un equipo con potencial en la ofensiva y con una defensiva bastante fuerte, pero ¿pueden ganar constantemente como lo hicieron contra Jaguars?
De entrada, la respuesta a esta pregunta parece ser no. Aún en esa victoria, se vieron problemas evidentes en la ofensiva. Para empezar, la falta de ejecución en la segunda mitad en series ofensivas que incluso llegaron a iniciar en territorio enemigo. De gol de campo en gol de campo se juntan puntos, sin duda, pero en partidos cerrados eso termina costando victorias. Hace falta que Dak Prescott y compañía puedan mover el balón una vez en rango de gol de campo y convertir esas oportunidades a touchdowns.
Otra preocupación que no podemos subestimar es que el juego aéreo sigue sin funcionar apropiadamente. Cole Beasley dominó con nueve atrapadas para 101 yardas y dos touchdowns, pero el resto de los receptores se fueron sin más de una recepción por cabeza. El único jugador que logró más de una fue el TE Geoff Swaim, quien se llevo dos en todo el juego.
Si bien Beasley tuvo uno de los mejores juegos en su carrera, más receptores tienen que involucrarse para llevar la ofensiva al siguiente nivel. La buena noticia es que en esta ocasión se enfrentaron contra una de las mejores secundarias en la NFL. Los números son malos, pero tienen la oportunidad de demostrar mucho más contra otras defensivas.
Los Dallas Cowboys tienen que repartir más la bola y seguir buscando maneras creativas de utilizar a su RB Ezekiel Elliott. Pases pantallas en tercera y largo no es ser creativo. Lo vemos funcionar dos o tres veces al año pero mandan esta jugada semanalmente. En cuanto a Dak Prescott, hay mucho donde mejorar. Deberíamos estar viendo pases más arriesgados, al centro del campo y mucho mejor posicionados.
Para la defensiva, las cosas se ven muy bien. Puede que veamos la mejor versión de esta unidad esta semana, cuando viajen a Washington. Maliek Collins, Sean Lee, David Irving, y Randy Gregory estarán jugando mucho más sanos y preparados. Este es un frente defensivo lleno de talento que intimidará constantemente a Alex Smith este domingo.
A pesar de que los Redskins no tienen una ofensiva muy explosiva, el área de oportunidad principal para la defensiva de Cowboys está en la profundidad defensiva. Tanto Jeff Heath como Xavier Woods han hecho un trabajo decente, pero tienen sus momentos en los que no logran asegurar una tackleada y permiten jugadas largas.
Hace unos meses no esperábamos que fuera la defensiva y no la ofensiva la que cargaría a este equipo a muchas victorias, pero ese ha sido el caso en las tres victorias de esta temporada. Y en las tres derrotas, la defensiva fue la que mantuvo a los Cowboys en el juego.
Sin duda alguna, lo que tiene que mejorar es la ofensiva. Los receptores tienen que desmarcarse, Prescott debe ser más preciso y tener una mejor conciencia en la bolsa de protección.
Pero sobre todo, es la inconsistencia del equipo. Esto se comienza a sentir como la temporada del año pasado, cuando los Cowboys se fueron 9-7 y nunca terminaron de establecerse como contendientes a los playoffs. Aún en una NFC East donde todos los equipos tienen récords similares y débiles, no pueden continuar perdiendo una semana y ganando a la otra.
Ganarle a los Redskins sería la primera victoria de Dallas jugando de visita. También sería la primera vez en el año en la que tendrían victorias consecutivas. Por esto y muchas otras razones, incluyendo el potencial liderato de la división, este juego es de suma importancia.
Si ganan, podría ser el momento en el que los Cowboys terminen de darle la vuelta a la página y si pierden, podría ser un indicador de que esta temporada será igual que la del 2017.